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sábado, 30 de marzo de 2013

Hey, guera...


La intención de curarse, dicen los Psiquiatras (y que si alguno de mis lectores es psiquiatra, me corrija)  esta en la intención de pagar el costo de la atencion.

- Entonces ¿no me va a dar muestras doc?
Exigía la paciente que  acaba de atender al médico… 
- Está bien caro el medicamento y tengo muchos gastos, dame aunque sea los protectores solares para ahora que valla a Can cún... andale ya sabes, de los que le dejan originales de cortesia o de muestra ... ¿apoco no le dejan?
Mientras el medico llenaba el expediente y aguantaba el tono chocante de la sufrida mujercita salida de una portada de ELLE
- No mi’jita, los representantes no han venido y no han dejado nada…  
Le contesto, casi cortante, a la femenina figura  artesanalmente vestida con lo mejor de los owlet de McAllen,  adornada sus muñecas con cantidades incontables de swarosky en la diestra y un Cartier en la siniestra… había pasado toda la consulta mostrando su escote y su bronceada piel, y olia de esa forma que solo en las tiendas de la Del Valle encuentras..

Con un gesto de enojo se despidió la socialité, casi azotando la puerta…
La asistente, con cara de "que le hizo doc" paso al siguiente paciente, un niño con impetigo contagioso…
-Mandeme medicamento del gueno doctor, no de los similares esos que no sirven pa´na, si son inyecciones mejor, aunque estén caras…
-No te preocupes te voy a indicar lo adecuado para tu muchacho… hay tengo unas muestras que pueden servirte
-No doitor, ni dios lo mande, no se preocupe yo pago la medecina de mi´íjo, acabo de  “rayar”, álcelas para alguien que tenga necesidad… gracias gracias que diosito lo bendiga… ¿se lo traigo a consulta cuando?...
Se despidió el humilde matrimonio… furtivamente, el medico  alcanzo a ver por la entreabierta puerta como cada uno sacaba el sobre de la raya y sacaban los arrugados billetes, los juntaron y pagaron la consulta, se despidieron de la recepcionista cariñosamente…
- La vemos la próxima semana,  a ver que le traemos del rancho…
Al cerrar el día, la señorita de recepción presento el corte de honorarios al doctor
Faltaba uno de los pagos.
-Es el de la señorita "pipiris nice" la que dice que es de su familia, esa que es muy coqueta y siempre anda enjoyada...
El medico se quedo con cara de what?
-Me dijo que ya había hablado con usted, que se le había quedado la tarjeta en el carro y que luego pasaba a pagar la consulta y se salió así nomas, no me dio tiempo de alcanzarla…


domingo, 8 de abril de 2012

Alucinaciones contagiosas...



A los borrachos y a los niños siempre hay que hacerles caso, normalmente, dicen la verdad…  


Doctor  hay gatos en el techo - repetía continuamente don  Juanito, anciano sureño con porte bragado,  que por enésima vez caía en el servicio de medicina interna, encefalopata, para variar,  por sus múltiples  y ya bien conocidas fiestecitas que se daba…



No le hagan caso, esta encefalopata,  al rato se le pasa – se les comentaba a los demas pacientes que compartian habitación en el anciano, para tranquilizarlos, en el  ya de por si sobrellenado hospital de asistencia publica... y en efecto, con el buen manejo de los galenos, los enemas, los fluidos endovenosos y los cálidos cuidados de enfermería,  los parámetros del anciano mejoraron  y lo pusieron en pocos días, en condiciones de darlo de alta, pero él seguía viendo gatos en el techo…

Es la encefalopatía, ya tiene tan afectado su cerebro que tiene alucinaciones apesar de estar estababilizado – concluyeron los médicos y le egresaron, haciendo una mueca de:  “en una semana, lo vemos de nuevo por aquí...”


La siempre generosa sala de urgencias no tardo de asignar  el espacio que dejo don Juanito a un paciente, que se había quebrado una pierna, realizando una remate de chilena,  ya con unas  “caguas” encima… 

Doctor… hay gatos en el techo…  - asevero el aspirante al pichichi,  a su medico asignado en la primer pasada de visita, el cual palideció, sospechado que el paciente estaba "encefalopata" o presentaba un traumatismo craneoencefalico y no se había documentado tal patología… 

Si, mire, venga... - y le señalo con el índice hacia una de los tantos plafones faltantes  de la habitación…

Cuál sería la sorpresa para el discípulo de Hipócrates,  que en la viga oculta  en   el cielo falso,  vio pasar al menos tres gatos, en “fila india” …

Ya ve,  hay gatos en el techo

El incidente pasaría sin más, si no fuera que  a los pocos días se presento una epidemia de pulgas en los pacientes de dicha habitación y las contiguas, ocasionando un brote epidémico de dimensiones titánicas, ocasionando el cierre del piso y la fumigación y consecuente eliminación de las visitas en forma  "alucinaciones felinas" producto de la encefalopatía  de don Juanito…  que por cierto, llego a la semana siguiente, de nuevo, encefalopata…

domingo, 4 de marzo de 2012

Tres veces al dia,


Tres veces al día
Cuando trabajaba en el IMSS en el sur el estado, aprendí más de la realidad el país  en cada consulta, que en cualquier otra clase académica…

Era uno de esos días calurosos donde tienes 5 minutos por paciente y tienes 20 almas esperando y te toca el clásico don viejito que viene solo… 

Después de ver su expediente, y ver que venia a resurtir receta para medicamentos de la diabetes… dadas las debidas indicaciones el anciano pregunto:

 -¿Y si no como, doitor? – pregunto el imberbe anciano,  macizo y correoso como los mezquites, que se suelen ver por aquellas regiones del sur de nuevo león, vestido con ropa desleída a leguas de mucho tiempo de uso. Su cara muy surcada y envejecida, ojos  azules y porte de hombre bragado,  inspiraban el respeto propio de su investidura… pero su avanzada osteoartritis le impedía el libre movimiento… - ¿Como quiera me las tengo que tomar?

- Haber, ¿Qué le dije? ... -Le conteste exasperado…Una pastilla de las amarillas antes de cada comida, ¿verdad? ¿Me entendió? se toma su pastilla… y  luego, tiene que comer… - le ordene categóricamente… - ¿me entendió?

- El que no entiende es usted, doitor -contesto amablemente el anciano, pero me exalto…

- ¿Cómo que no entiendo?... me dije a mi  mismo: ahora resulta...


- No se ofenda doitor, no es mi intención… me contesto el hombre, apenado - Es que a veces, me duelen tanto los huesos y ando tan mal del azúcar, que no tengo fuerza de salir a pizcar nopales o matar ratitas de campo y a veces aunque salga, no mato ni una… y “semos” mi  mujer y yo,  estamos solos, vivimos arriba en la sierra…