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lunes, 13 de mayo de 2013

Herencia


El viejito y la pistola

El Sr. Ayala,  octogenario hombre, bajito y calvo, que tiene la mirada dulce de aquellos pocos hombres  que sin pretensiones, han vivido de forma humilde una buena vida, tomando las cosas como vienen, se veía ese dia algo emocional, tal vez inquieto, llevando un paquete que abrazaba como un niño a su juguete más querido,… ese día no acudía  solo por saludar, como lo hacía al menos  una vez al mes… 
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Algunas de esas veces me traía a enseñar algunos objetos raros, de esos que los abuelos suelen guardar: fotos, libros, medallas de la guerra, balas antiguas… o veíamos en internet videos de las guerras, de armas y de la historia en general… siempre eran amenos esos 10 a 15 minutos…
Después de los saludos y de ponernos al día de la inseguridad, de política, de su próstata y de la salud de la familia, me sentencio:

No se vaya a ofender doctor, pero le voy a dar una objeto que es de mucho valor para mí-

Metió la mano ceremoniosamente  en la bolsa cartón de medio uso, saco una franela roja y de ella  lentamente desenvolvió  un estuche de piel, y ante mi asombro, saco una pistola plateada, finamente labrada y acerada, que dejaba ver su antigüedad,  pero esmeradamente cuidada.
Sorprendido le cuestione
 -¿Y eso?
-Es para usted, no me haga el desprecio
-Híjole don, pero es  demasiado, no puedo aceptarle este regalo, es un arma de colección, debe de costar mucho…
-Si doctor, debe de costar x cantidad, ya las he visto en el internet… por eso se la quiero regalar a usted… me contesto  el anciano- me lo regalo mi abuelo…

Cuando tenía 15 años, su papa lo saco de la escuela y lo puso a trabajar, ya que “ya era hombre”, lo que le trajo mucho pesar… su abuelo, al verlo acongojado y ante la injusticia,  le llamo en privado y le dijo – “te voy a dar algo que mi papa me dio cuando deje de ser niño, lo había guardado para ti y este es tu momento” y de un estuche al fondo de un desvencijado ropero saco el mismo paquete  que traía el sr Ayala  el día de hoy…

Me conto que su bisabuelo fue quien la trajo de España y que había luchado con los franceses cuando el Káiser Guillermo … así que tiene tiempo  y tiene mucho valor sentimental, dijo entrecortado -pero ya soy mayor y pues no quiero que cuando yo falte, se quede arrumbada… y yo se que usted valora estas cosas y la va a cuidar… y dejo correr una lagrima de uno de sus ojos azul profundo… no tengo a quien dejársela, y no me gustaría, usted sabe… la usaran mal o no supieran lo que significa… enjugándose las lagrimas, acaricio las cachas y el cañón del arma y a continuación  la deposito en mis manos
 – Por favor no me haga el desprecio…

Conservo esa arma en mis artículos personales, recordándome que a veces, en nuestro trabajo, nos volvemos parte de la familia de nuestros pacientes, y algunos de ellos, trascienden en tiempo y espacio a través de nosotros… y pienso, si algún día tengo un hijo, heredársela y contarle del señor Ayala, el hombre calvo de pacifica mirada y de su bisabuelo, el que lucho contra el Káiser…