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sábado, 24 de noviembre de 2012

Una flor entre ortigas...


Duro 14 días. Se  fue tranquila, en paz, sin familia en el fondo de la sórdida habitación de hospital,  pero acompañada por muchos desconocidos que le amábamos en medio de su fugaz vida…
Ingreso con los estigmas propios de su enfermedad, que claro, sin el tratamiento oportuno y adecuado, había consumido su juvenil anatomía. Su belleza, que había sido una maldición y causante de su realidad, aun se hacia presente en su porte y su trato… claramente no encajaba en medio del lugar donde residía…
Le calculábamos 25 años, pero muy seguramente la vida que llevo la avejento y tendría menos, mucho menos... 
Era alta, de grandes ojos gateados, pelo estaba rapado casi al ras pero  insinuaba un castaño claro, vestida con ropa que a leguas se apreciaba era no adecuada para su talla, aun dejaba ver su silueta femenina entre aquellos caquécticos despojos...
Tenia unos modos de pedir y una forma de dar gracias fuera de lo esperable para alguien de condición tan humilde, pero lo que embelesaba era su amplia y sincera sonrisa,  que aun en su agonía,  la muerte no se atrevió a arrebatarle…
-          - Me cuenta mi madrina que me encontraron chiquita en un baldío mientras andaban en las "pepenas"  y me llevaron con ellos, tendría 3 a 4 años… y pues ya sabe, uno tiene que ganarse el pan, así que aparte de pedir en las calles y andar juntando botes, mi madrina me prestaba a sus para que  me “usaran”  desde antes de que me pasara eso que les pasa a las mujeres – y no pudo ocular la ruborizacion   de tratar de esos temas… - y pues ya ve… dicen los doctores que por eso me dio cáncer…
Muchos trataron de compadecerle,  pero ella tenía una entereza y aceptación de su enfermedad que estando en sus últimos días, tenia animo de contar chistes y dar animo las otras enfermas de la habitación… y se atrevió a pedirle un cachito de colorete a una de las enfermeras, para verse decente cuando pasáramos visita…
Cuando le preguntaban por familia, una sombra se cernía sobre ella y contestaba que no tenia a nadie (le confesaría a alguna enfermera que en sueños se veía en una casa grande con un perro y una alberca y un señor que la abrazaba y besaba mucho…)
-          Pero tengo a mi novio, bueno vivimos juntos de hace 4 navidades y el me cuida y me atiende y no deja que nadie me maltrate… es el grandote que viene, el que me trajo flores de contrabando la otra vez y me lee los monitos del periódico, porque el si fue a la escuela y yo no… no pudimos  encargar familia, ya estaría de Dios, luego imagínese, yo enferma así… ¿Qué haría el si hubiéramos encargado familia?
Solo una vez la vi llorar…  confeso que tenia miedo de que la enterraran en la fosa común, y que como su novio no podía verla a diario, cuando muriera no supiera el donde llevarle una flor de vez en cuando…
Varias veces trabajo social la quiso “externar” a que muriera en su “casa”… pues según no había nada que hacerle mas…
-          ¿Cuál casa? yo vivo en mi palacio de cartón…y con este frio… estas mujeres quieren que me muera de  una pulmonía… y soltaba aquella carcajada inocente que irónicamente, hacia que todos también nos riéramos de la situación…
En una complicidad no hablada, los que nos involucramos en su caso (enfermería, residentes, y el externo encargado de la sala) actuamos como un equipo, ya le inventábamos una fiebre o un sangrado con tal de darle 24 Hrs más en el hospital… hasta que partió
Sus últimas horas fueron dolorosas, las metástasis habían invadido su cerebro y sus pulmones, convulsiono y la respiración le era difícil, pero pidió que no la sedáramos ni la entubáramos… en su agonía, a pesar de sus terribles dolores, nunca se quejo… al final, deliro ligeramente, como quien conversa con alguien y señalaba a un lugar en la esquina de la habitación…
Súbitamente su cuerpo se estremeció, callo su brazo al costado de ella y emitió un suspiro, como de alivio… y debió de ser así porque cuando la amortajamos, tenia aun esa sonrisa que nos conquisto a todos…