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miércoles, 13 de marzo de 2013

Que me manden a la mesa del rincón…




Abotagado, descuidadamente vestido con  chamarra vaquera, camisa con el cuello nejo y un raído pantalón de mezclilla y con unos  kilos demás, no lo reconocí de inicio: Su otrora melena roquera era cosa del pasado, ahora lucia un scalp adornado con un par de cicatrices,  recuerdo de viejas batallas al calor de algunas copas; sus ojos apenas se entreabrían por lo apupujado de sus parpados  y su piel cetrina adolecía de pulcritud.   

Me lo tope en una de esas calles de mala vida y mucha muerte, que por azares del destino tuve por error que transitar… me salió al paso y con un efusivo  ¿qui’hubo? tan suyo, tan festivo, tal como cuando te saludaba al recibir guardia en los tiempos de su gloriosa juventud, cuando era acertado, critico mordaz y hábil clínico de x subespecialidad, pero que ya desde entonces, ocasionalmente percibíamos el estigma etílico que evidenciaba  sus noches de juerga…

- Cosas de jóvenes, ya se le pasara¿Quién no ha llegado así? Mientras que no la cague, todo esta bien… - alguna vez un superior asevero…

Tarde una milésima en conectar mis ojos con mi corteza frontal, porque no espere  toparte por  esos rumbos olvidados de dios, a alguien  que en su momento me enseño,  me  inspiro respeto, me brindo apoyo y una amistad desinteresada durante la formación de la residencia… y menos topármelo en esas condiciones…

Sobrevino el abrazo y el tufo del “don Bucho”  me golpeo el rostro… platicamos brevemente  de lo que se platica en esos encuentros: me conto que trabajaba de medico general en una “fundación de beneficencia” de esas donde cobran a 10 pesos la consulta y ve un chingo de gente, que había que hacerle la lucha  y que ya no le deban chamba en los hospitales  "porque no se prestaba a tranzas", que ya sabia yo que él era muy buen medico , que le tenían mala fe, que nadie lo quería recomendar ni dar cartas de recomendación  y que eran muy quisquillosos, por lo que mejor dejo su subespecialidad para ayudar al prójimo

Terminamos por prometer  que a nos veríamos incumpiblemente pronto, para tomar unas cervezas y ponernos al día y casi para concluir, con su voz aguardentosa  sugirió:
A ver si platicamos, para que me prestes tu consultorio algún día de la semana…  y agarrar nos centavos…  balbuceo bajo los influjos del espiritual brebaje que tomaría minutos antes…
- Es que comparto con mi esposa el consultorio…  tartamudee 
Si, ya se… bueno gracias… nos estamos viendo…  y se dio la media vuelta… y  desapareció dentro de un bar tal cual apareció…